lunes, 3 de marzo de 2008

¿Quién tiene la culpa, televisión o padres?

Una parodia televisiva de lucha levanta las quejas de los padres por su potencial imitativo

El programa 'Pressing Catch' es la última moda entre los escolares preadolescentes

La Vanguardia.es
Alicia Rodríguez de Paz Madrid 02/03/2008 Actualizada a las 03:31h

En el patio del colegio Pablo Neruda de Alcalá de Henares se han acabado los golpes. En su mayoría sólo eran amagos pero, como de vez en cuando las luchas concluían de mala manera, los profesores han decidido que eso de jugar al pressing catch resulta incompatible con el buen discurrir del recreo. El programa que emite Cuatro arrastra cada fin de semana a un millón de seguidores y se ha convertido en un auténtico fenómeno entre los escolares, que no sólo compran camisetas, cromos y videojuegos, sino que pasan buena parte de su ocio reproduciendo los mamporros y llaves que ven en televisión. Parte del recreo la emplean en largas conversaciones sobre las andanzas de los populares luchadores catódicos.
Esta fiebre que sacude a los estudiantes preadolescentes de numerosos centros educativos está causando preocupación. Hace unos días los padres católicos, Concapa, y la Asociación de Usuarios de la Comunicación (AUC) acudieron al Ministerio de Industria para solicitar que el canal generalista traslade Pressing catch más allá de las 22.00 horas (ahora la emiten con notable éxito los sábados y domingo a las 15.30 horas) por considerar que sus parodias de lucha libre sólo son recomendables para el público adulto. Ceapa, la otra gran asociación de padres y madres de alumnos, ha confirmado a La Vanguardia que también se sumará a la reclamación de cambio horario. Desde Industria aseguran que no entran a cuestionar la calificación por edades del programa (para mayores de 13 años), pero reconocen que han pedido un informe a especialistas del Ministerio de Asuntos Sociales para que valoren el posible carácter imitativo de este. "Una vez recibido el dictamen, le comunicaremos a la cadena nuestra resolución", afirma una portavoz oficial del departamento que dirige Joan Clos. Justamente es la capacidad mimética de este programa producido en Estados Unidos lo que ha impulsado la mayoría de las quejas. "Sabemos, por ejemplo, que el otro día un chico de diez años rompió una costilla a su padre queriendo mostrarle cómo se hace una de las llaves que ven en televisión", explica José María Ruiz Trueba, de Concapa. Más allá de algún caso de cierta gravedad, la pasión por el programa se ha hecho sentir en clase. "Durante semanas estaban ansiosos a la espera de la hora del patio para ponerse a jugar al pressing - explica Eloísa Domínguez, profesora del Pablo Neruda-. Aunque siempre decían que daban golpes de broma, siempre había alguno que se pasaba un poco o que reñía con otro compañero que no estaba dispuesto a seguirle el juego". Desde Cuatro, se defienden de las críticas señalando que el programa es para mayores de trece años y durante la emisión en varias ocasiones advierten a los espectadores que los placajes, golpes y torsiones que se ejecutan - o hacen que ejecutan- dentro y fuera del cuadrilátero están realizados por especialistas y no deben copiarse en casa. "No engañamos a nadie", responde un portavoz de la cadena. Este espectáculo de seudolucha libre llegó a España a principios de los noventa de la mano de Telecinco para resurgir cuando, en mayo del 2006, Cuatro la incluyó en su programación. Su éxito ha traído parejas las quejas por la posible influencia en el comportamiento de los más pequeños. Cada fin de semana, alrededor de 200.000 escolares de cuatro a doce años disfrutan con fruición de los golpes que propinan a los musculosos Batista, Enterrador o John Cena. Suponen el 20% de los chicos y chicas de esa edad que están delante del televisor en ese momento. A la hora de evaluar el influjo del programa, no hay una visión unánime entre los expertos consultados. Josep Tomàs, psiquiatra infantil del hospital Vall d´Hebron, señala que en una etapa de "fragilidad" como la preadolescencia no es demasiado recomendable la mezcla de violencia y espectacularidad del pressing, "que invita a pensar que se puede ser agresivo y no pasa nada". En opinión de la psiquiatra Xaro Sánchez, conviene respetar la cualificación del programa, vedado a los menores de trece años, y en todo caso "estar al tanto de lo que ven los niños". Sin embargo, considera que los padres no deben asustarse porque sus hijos se pelean. "Las conductas de agresión son algo natural en la infancia". Que los contenidos de un programa puedan ser cuestionables no exime a los progenitores de controlar lo que hacen los pequeños, advierte el secretario general del Defensor del Menor de Madrid, José Antonio Luengo. "Si considera que se trata de un espacio inadecuado, cambie de canal o apague el televisor y, como contrapartida, ofrezca otra alternativa de ocio a su hijo".

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